DIAGNOSTICO
El diagnóstico debe surgir de un trabajo interdisciplinario. A los datos aportados por los padres y docentes debe sumarse la observación clínica del niño y la puesta en juego de sus dificultades atencionales y perceptuales através de pruebas específicas.
La clínica y el interrogatorio nos permitirán descartar patologías de presentación sintomática similar.
¿CÓMO ES EL PROCESO DIAGNÓSTICO?
Generalmente sucede de la siguiente manera:
ü La maestra advierte el comportamiento del niño en el aula.
ü El gabinete de la escuela lo observa y sugiere a los padres que hagan una consulta.
ü Los padres van al pediatra, quien luego de un examen físico indica hacer una consulta con un, psicopedagogo o psicólogo.
ü La pscicopedagoga entrevista a los padres, luego comienzan las entrevistas con el niño, se le administran test para determinar distintos aspectos.
ü La psicopedagoga entrevista nuevamente a los padres para la devolución, si considera necesario les sugerirá que realicen una consulta con un médico neurólogo, para descartar o confirmar si se trata de un niño TDAH.
ü El neurólogo puede solicitar un electroencefalograma (EEG), un mapeo cerebral o algún otro estudio para descartar otras patologías.
ü A partir de los resultados obtenidos se determina cuál es el camino a seguir más conveniente para este niño.
¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE EL DIAGNÓSTICO?
Será mediante el establecimiento de un diagnóstico que confirme o descarte el trastorno cuando se podrá comenzar a proporcionar la ayuda adecuada (el tratamiento que el niño requiera).
Es importante el diagnóstico precoz para poder abordar adecuadamente los diferentes problemas que puedan surgir a lo largo de su desarrollo.
Factores que pueden empeorar el pronóstico:
- Diagnóstico retardado.
- Fracaso escolar.
- Recibir una educación excesivamente permisiva o, por el contrario demasiado severa.
- Ambiente familiar marcado por el estrés, la hostilidad y los desacuerdos entre los padres.
- Problemas de salud en el niño y retrasos en su desarrollo.
Factores que ayudan a una buena evolución:
- Diagnóstico precoz.
- Educación coherente por parte de los padres y transmisión de valores positivos.
- Estabilidad familiar.
- Adaptación y conocimiento por parte de los profesores.
- Colaboración entre los padres y la escuela.